viernes, 7 de febrero de 2014


¿Qué me pasa contigo? Si hay una pregunta que me haya hecho una y otra vez desde que nos conocimos es esa.

Hay quien escribe para desahogarse, otros que escriben porque es su modo de revelarse contra las injusticias de la sociedad. Yo, en cambio, escribo por un motivo mucho más egoísta. Escribir es la única forma que encuentro para poder poner un poco de orden a mis pensamiento. Sin las palabras estos vagan perdidos por mi mente como un sin fin de sinsentidos caóticos que no me dejan pensar, que me asaltan cuando menos me lo espero y me roban la concentración con sus distracciones continuas.

No alcanzo a comprender el motivo por el cual te has vuelto a colar justo ahora en mi mente conviertiendote en unos de esos fantasmas que creía olvidados y que son temidos por mi razón. Algún día tendré que pedirle explicaciones a las Moiras, pues no calcularon bien la fiabilidad del hilo con el que hilaron la hebra de mi vida, llenándola de absurdos.

Supongo que antes de intentar contestar la pregunta que ha hecho que este escribiendo a la una de la madrugada esta publicación, tengo que hacer un poco de autocrítica ,y recordar lo que me ha llevado a plantearme lo que siento por ti (siempre he sido muy racional dentro de mi locura sentimentaloide).

Volviendo la vista atrás puedo decir sin miedo a equivocarme que te conocí cuando más lo necesitaba.

Yo acaba de salir, si es que alguna vez entré, de una relación que me había dejado seriamente tocada. Una relación de esas que seguro que cualquiera de vosotros ha tenido, de las que le quieres tanto que te duele, de esas en las que, aunque en el fondo sabes que te va a romper, no puedes evitar intentarlo una y otra vez. Eres totalmente consciente de que podrías estar sin él, incluso de que eso sería lo mejor, pero solo pensar que un día no recordarías su sonrisa. ni como te hace reír, ni sus mordiscos en tu hombro cuando estabas descuidada, te parte en dos.



Definitivamente, yo era adicta a ÉL. Dicen que el primer paso para superar una adicción es admitirlo. Bueno, pues yo lo hice. Era una yonki, necesitaba sus besos tanto como el dolor que me provocaban sus cambios de humor constantes.

Por lo tanto decidí seguir el consejo que cualquier psicólogo que se precie me habría dado: “alejarme de mi foco particular de adicción”. Por lo que me alejé de EL. Y tanto que lo hice, huí lo mas lejos que pude, pero nadie sabe mas que una madre... ni siquiera un psicólogo...y ellas ya lo dice... “ a los problemas de cara.. que sino siempre vuelven”. Y ÉL volvió, pero eso ya vendrá mas tarde...

En mi huida te encontré a ti. Comenzamos siendo amigos, de esos con los que sientes una conexión instantánea, casi de otra vida, y es que yo creo que tu y yo ya nos conocíamos porque es imposible esa afinidad que sentí nada mas conocerte. A ninguno nos pareció extraño que buscáramos cualquier excusa para vernos y estar juntos, y es que contigo las horas se hacían minutos. Me gustaba la pureza de sentimientos que siempre había entre nosotros y que con ÉL nunca tuve.

Con el tiempo me di cuenta de que de verdad te gustaba estar conmigo, que te preocupabas por mi, esto nunca te lo llegue a confesar, pero era la primera vez que sentía que alguien me veía de verdad y, mas importante aún, que le gustaba lo que veía. Me hacías sentir especial cuando te acordabas de lo que te decía hasta cuando ni yo misma lo hacía, y es que a veces sentía que estabas mas pendiente de mi que yo misma.

Con nadie me he sentido mejor que contigo, pero eso también conllevaba su parte negativa porque tenia que vivir con la presión de intentar ser perfecta para no decepcionarte, porque eso no lo podría soportar, ni entonces, ni ahora.

Creo que todas las personas que conocemos a lo largo de nuestra vida en mayor o en menor medida influyen en nosotros, en nuestra manera de ser y de percibir los sucesos ya acontecidos o los que tendrán lugar durante nuestra existencia. Tu has tenido un peso reverencial en la mía, has conseguido reconstruir algo que otros antes que tu destruyeron, me has arreglado, has curado mis heridas. Me limpiaste, me cosiste y me pusiste a funcionar de nuevo.

Poco a poco, algo que me había parecido imposible en un principio, estaba sucediendo, me estaba olvidando de ÉL. Las comparaciones inevitables, que al principio hacía continuamente e inconscientemente, cada vez eran mas escasas y cuando surgían casi siempre salías ganando.

Por ejemplo, ÉL siempre se reía por todo, cuando tu te reías eras sincero y merecía la pena esperar solo para ver las dos arruguitas que se formaban en la comisura de tus labios, como si tu risa fuera algo tan excepcional que lo tuvieras que hacer entre comillas.



No se en que momento me enamore de tí, no se si fue nada mas verte o me fuiste ganando poco a poco, con tus caricias, tus palabras y tu sinceridad. Pero lo que si que se es que cuando llego el momento de la despedida, fui totalmente consciente de que perdía a una persona que significaba mucho mas de lo que me había querido admitir a mi misma durante todo este tiempo.

Supuse que con el tiempo perderíamos cada vez más el contacto y así fue. Yo volví a mi vida, y a recaer en mis viejos malos hábitos y tu... bueno, tu pusiste de tu parte para que siguiéramos hablando, pero ya sabes que a mi las relaciones cordiales no se me dan nada bien.

Ahora, casi dos años después, vuelves a aparecer, obligándome a replanteármelo todo otra vez. Y es que eres perfecto. Eres el hombre que todo padre quiere para su hija, el preferido de las abuelas y el perfecto para formar una familia. Un hombre hecho y derecho, un hombre, como dice la expresión (aunque nunca la entenderé), “que se viste por los pies”. Eres mi decisión racional.

Pero luego esta mi corazón, que solo se para y late cuando ÉL lo hace funcionar. Es un amor de esos que te consume, que te hace perder la cabeza pero que te hace sentir más viva que nunca. Es la montaña rusa de los sentimientos, cuando estas arriba te sientes la reina del mundo, capaz de todo pero cuando estas abajo... mejor ni hablamos.

Me gustaría saber cuando es el momento en el que hay que dejar de intentarlo, cuando te tienes que dar por vencida y decidir que la parte irracional no te va a llevar a la felicidad, que nunca tanta bipolaridad fue buena, que a la larga eso cansa. Yo estoy harta de luchar por algo que se que tiene fecha de caducidad. Se que con ÉL no podre tener mi final feliz.

En ti encontré el impulso para poder abrir los ojos y ver que aunque la montaña rusa fuera mi atracción preferida, quizás si me subo a otras podría descubrir que son incluso mejores y más divertidas. Así que, si tu quieres, podemos probar juntos con el tren de la bruja.


domingo, 16 de junio de 2013

Nuestra lengua desigual


He estado pensando en ti y en mi. Pensando en por que estamos en esta situación, intentando buscar a un culpable, intentando encontrar a esa cabeza de turco perfecta a la que poder dirigir todo mi odio.

Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que me encontré ante tanta pregunta sin respuesta... hacia tanto tiempo que no pensaba en ti...

No creas que me fue fácil apartarte de mi mente, porque no lo fue. Me costó muchas noches olvidarte y luchar con mis ganas de hablar contigo, pero al final lo conseguí. Y, ahora siento que he perdido el tiempo, que estoy donde estaba hace un año y medio, en el mismo punto exacto pero con más rencor.

Hace un año y medio te quería. Parece una afirmación fácil, solo dos palabras, pero no puede decirlas a tiempo, me pudo el miedo, se que no me crees, pero es así... tenia miedo de perder nuestra amistad. Aunque al final la haya perdido igualmente... Pero soy incapaz de perdonarte porque cada vez que te veo me siento idiota. Cuando me miras solo puedo ver lo ilusa que fui al pensar que yo era una pieza imprescindible en el puzzle de tu vida. Ese es el riesgo en las relaciones, que una parte siempre da mas que la otra, y esta vez, fui yo.

Nadie jamás me ha hecho sentirme tan mal como me hiciste sentir tu... nunca...,no puedo siquiera escribir esta carta sin llorar, me hieres constantemente mas allá de lo que puedo explicar.

Estoy llena de cicatrices, cicatrices que a veces tienen forma de palabras y otras, de personas. Me he prometido a mi misma que iba a ser sincera, que iba a poner todas las cartas sobre la mesa, tengo que dejar de esconderme y decirte todo lo que me ha hecho daño. Empezando porque te acostaras con mi mejor amiga y no pensaras que tenia derecho, ya no a una explicación, sino al menos a saberlo de tu boca... ¿No pensaste que a lo mejor estaría bien contármelo antes de decirme que querías estar conmigo?, quizás es que no tuviste tiempo mientras me recordabas lo genial que eras y la suerte que tenia de que alguien como tu se fijara en mi, o quizás todo fue un juego al que yo no quise jugar y se convirtió para ti en algo personal porque no podías entender por que no quería “follar” contigo... Hipótesis y mas hipótesis.. ese es siempre el resumen de nuestra relación.

Justo ayer veía una película que decía que “tenemos el amor que creemos merecer”, pues yo no quiero merecer los restos del deseo que queda cuando no puedes estar con otra. Me tratas como si fuera una mas de la lista de mujeres objeto de las que echas mano cuando no tienes nada mejor.

Todas esas noches en las que has venido a mi después de haberlo intentado hasta con mi mejor amiga te he excusado pensando que en realidad tu no sabes lo que siento por ti... y que si lo supieras no me tratarías así... que nunca serías capaz de hacerme daño conscientemente. Pero, luego, me paro a pensar y ¿no es incluso peor que lo hagas sin saberlo?. Creo que me estoy autoengañando porque cuando una persona que te importa no intentas liarte con ella a las 4 de la mañana, borracho y  fingiendo que nadie te ha visto liarte con otras. Me sorprende que hayas sido mi mejor amigo y me conozcas tan poco, ¿de verdad piensas que me voy a humillar de esa manera?, ¿que voy a dejar que cojas mis sentimientos y los rebajes a una noche de placer efímero?.

Ya estoy harta... no eres ya ni una sombra del hombre guapo y divertido del que me enamore, ese que siempre me hacia reír y con el que me sentía feliz todo el tiempo. Siempre has sido capaz de hacerme sonreír aún en los peores momentos... y me duele reconocer que aún con todo el daño que me has hecho, eso no ha cambiado.

Pero ahora los momentos malos superan con creces los buenos, no me fío de ti. Me has tratado como si fuera un trapo sucio y has dejado mi autoestima por los suelos, me has hecho sentirme como una mierda en comparación contigo una y otra vez durante dos años y ya estoy cansada de sentirme así.



Quizás te haga gracia, pero ya que estoy siendo sincera, ¿quieres saber cuando me di cuenta de que no había marcha atrás para nosotros?... Cuando intentaste besarme y me aparte. Nunca habías tenido el valor de hacerlo y yo siempre había pensado que no iba a poder resistirme, que si lo intentabas daría igual con quien hubieras estado porque no iba a ser capaz de apartarme, pero lo hice... Ganó mi parte racional. En ese momento fui consciente de que no lo ibas a volver a intentar y de que tenia que salir de este circulo vicioso y obsesivo que me lleva una y otra vez a ti y que no me deja vivir mi vida. Así que te pido perdón porque a lo mejor he sido un poco dura contigo, quiero que sepas que no te guardo rencor, que con esta carta lo dejo todo atrás, y que me vas a tener como amiga porque una parte de mi te va a seguir queriendo siempre.

martes, 2 de octubre de 2012

Afrontar la verdad


Creo que mi vida esta mal enfocada que no hago lo que quiero hacer que no me dejo llevar por lo que tengo dentro, por lo que siento, por mis impulsos, que solo hago lo que se supone que tengo que hacer, levantarme por la mañana desayunar, ya sabes, “el almuerzo es la comida mas importante del día”, ir a clase, aprender cosas en las que no creo, volver a mi casa, comer, dormir, estudiar, salir a tomar algo, reír, cenar y dormir y así, día tras día, mes tras mes, año tras año.

Y, ¿qué pasa con lo que de verdad me gusta?, ¿con lo qué de verdad hace que se erice cada centímetro de mi cuerpo?. ¿Quién se ocupa de la parte de mí que llora sólo con escuchar los acordes de una canción especial, o que cuando lee algo que la toca por dentro no puede evitar que se le humedezcan los ojos sin importar donde este o con quien?, ¿qué pasa con aquella parte de mí que ama escribir, que lo necesita para seguir cuerda, para poder expresar lo que piensa?.

A veces, me paro a pensar en lo gracioso que es que estudie derecho y no sea capaz de hablar en público de manera elocuente o que tampoco quiera ser el centro de atención, os asombraría saber lo narcisistas que pueden llegar a ser los abogados. En mi caso, yo no siento la necesidad de obtener el beneplácito de mis profesores por intervenir en clase o por haber planteado la solución más idónea para le resolución de un supuesto, pero, en cambio, siento la total e imperiosa necesidad de poner por escrito todo lo que me pasa, de compartirlo, no me sirve tan solo con escribirlo y guardarlo en un cajón, siento la total e imperiosa necesidad de exponerlo al publico, supongo que a mi manera también soy una egocéntrica incurable.

He estado un año fuera, ha sido uno de los años más felices de mi vida, ha habido momento tristes, en los que me he sentido sola, pero también momentos de felicidad pura, sin trampas, sin peros, simplemente felicidad...
Me fuí pensando que ese año me serviría para darme cuenta de que es lo que realmente tenía valor en mi vida y que era lo que no me aportaba más que infelicidad y tristeza, me marché pensando que al volver lo vería todo más claro, bajo otra perspectiva más limpia. Y, en parte, he conseguido mi objetivo, para bien o para mal me he dado cuenta de lo que realmente necesito para ser felicidad, pero también me he dado cuenta de que lo difícil no era averiguarlo, que en cierto modo, era algo que siempre había sabido pero que nunca quise afrontar porque dañaría a las personas que me quieren. Lo complicado no es haber llegado a la conclusión de que no quiero vivir mi vida así, haciendo lo que se espera de mi... la cuestión es saber si estoy preparada para cambiarlo... par dejar de ser lo que quieren que sea y empezar a ser lo que yo quiero ser.

domingo, 13 de mayo de 2012



Hace tiempo que escribí esta historia pero no me sentía con fuerzas de publicarla... pero ahora creo que ha llegado el momento. Es un poco larga así que la iré colgando poco a poco, por favor decirme lo que pensáis de ella, es importante para mi.

(Unas partes del relato centran su atención en la protagonista femeninas y otras en el protagonista masculino.)


"ELLA" 

Ella. Sola. Triste. Alegre. Vacía. Llena. Grande. Pequeña. Útil. Inútil. Desesperada. Cansada. Desilusionada. Abandonada. Acompañada. Simple. Compleja. Amarga. Dulce. Sensible e insensible. Importante. Insignificante. Querida. Odiada. Positiva. Negativa. Insensata. Cuerda. Madura e inmadura. Era a la vez todos y ninguno de estos adjetivos. Ella era simple y meramente ella. Imposible de definir porque ni siquiera ella misma sabía quien era. Pero si que sabía quien no era. Y desde luego, no era esa persona que aparentaba ser a diario, aquella chica que se levantaba para ir a la universidad se ponía su vieja mascara de felicidad fingida y falsas esperanzas y se encaminaba a repetir la misma rutina de todos los días.  
Ella estudiaba filosofía en la Universidad de Valencia. Al cumplir los 18 había decidido dejar atrás su vida para construir una nueva desde cero, pensando que podría controlar su destino y hacer con él lo que quisiera, pero pronto se dio cuenta de que no. De que su destino estaba escrito y que jamás podría cambiarlo, que para bien o para mal la vida nos da unas cartas y debemos intentar jugar lo mejor posible con ellas y no perder en la primera mano.  
Al principio, le constó aceptar su sino pero una vez que lo hizo y se rindió ante la vida, las cosas ya no eran tan difíciles… se limitaba a sobrevivir y a fingir sentimientos y sensaciones que ya no era capaz de sentir. Para ella la vida era como un carnaval veneciano en el que llevaba la mascara más espectacular, y, era cierto, porque aunque todos llevan su mascara la única que es consciente de ella es nuestra protagonista, y quizás es ahí donde reside la tristeza de su interior, ella es como el hermano mayor que descubre que los reyes magos no existen y que aún así debe fingir lo contrario ante su hermana pequeña para no acabar con  su ilusión, aunque la suya se haya roto en trozos tan pequeños que jamás se podrá recomponer.  
Ella era consciente de que todo el mundo guarda en su interior sus propios demonios pero que la mayor parte de la gente ni siquiera lo sabe, y tenía su propia teoría a cerca de ello. Según esta, el cuerpo humano trata de auto engañarse para no sufrir y si lo dejas al final te convence de que tu mascara y tu sois la misma persona, pero cuando menos te lo esperas aparece la tristeza para clavarse en tu corazón como si de un cuchillo afilado se tratase, y atraviesa todo lo que encuentra a su paso dejándote sin ninguna mascara en la que refugiarte. Hay gente que pasa la vida intentando huir de esa tristeza, de esa soledad, rodeándose de gente (siempre con su mascara puesta) pero no se da cuenta de que la tristeza siempre corre más y que cuando menos se lo espere tocara a las puerta de su casa, llena de gente, para que se de cuenta de que esta solo en este mundo, como el resto. Y, es que, la tristeza no se puede evitar, simplemente se ha de aprender a vivir con ella. Nuestra protagonista había aprendido esto de la manera más cruel y a la vez más eficaz de aprender… con su propia experiencia. 
Aquel día de Noviembre se levantó como siempre maldiciendo el despertador y deseando con todas sus fuerzas que fuera el de cualquiera de sus compañeras menos el suyo, pero sabía de sobra que “no woman no cry” dbob marley era suyo. 
Así que subió la persiana de su pequeña habitación en el centro de Valencia para ver que tiempo hacía fuera, era un día gris con viento y frío como a ella le gustaban, porque era solo entonces cuando sentía que el mundo estaba de acuerdo con ella y ya no se sentía tan sola. Así que se arreglo, se puso su jersey de cuello vuelto preferido y salió a la calle como siempre con su música puesta. 
Su camino hacía la universidad siempre era el mismo, cogía el autobús número 81 a las 8:00 para llegar a las 8:30 a la universidad, prefería el autobús al metro. Le gustaba observar a la ciudad y a la gente, puedes descubrir muchas cosas observando a las personas cuando se creen que nadie las mira, son solo en esos momentos cuando bajan la guardia, cae la mascara que cubre sus caras, que con tanto esmero colocan cada mañana, y puedes ver como son realmente 
Ese día el autobús llevaba media hora de retraso así que se vio obligada a mirar en los paneles para ver si algún otro bus la dejaba en el centro. Estaba intentando descubrir si existía tal autobús (siempre había sido muy torpe para esas cosas) cuando un garabato en el panel le llamó la atención, al principio pensó que tan solo era una firma de alguno de los borrachos que se dedican a estropear el mobiliario público un jueves cualquiera, pero descubrió que era una pregunta: “¿qué es la vida? FD: Luis”  
Desde el momento que leyó la pregunta supo lo que debía hacer, cogió el permanente y contestó: “la vida es aquello que inventamos para llenar el espacio vacío que deja nuestra existencia. FD: Ella”  
No entendía porque lo había hecho, solo sabía que algún tipo de fuerza la había impulsado a ello.  
Tras esto llegó un autobús y desistió en su intento de intentar descifrar los  horarios y le preguntó directamente al conductor. 

ÉL. 

En una oscura habitación de un piso de estudiantes cerca de esa misma parada de autobús, dormía un joven llamado Luis. Era moreno, tez pálida, y unos ojos grandes y negros que llegaban a hipnotizar y que le hacían ser un joven muy atractivo.  
Junto a él dormía una joven pelirroja de la cual Luis había olvidado el nombre, pero ya no importaba porque pronto se convertiría en una más de su ya elevado número de conquistas. 
La vida de Luis no había sido fácil, su madre los abandonó siendo tan solo un niño y su padre tuvo que trabajar duro para que pudiera ir a la universidad y ni siquiera con eso sería suficiente si no consiguiera la beca todos los años. Luis  estudiaba derecho en la Universidad de Valencia, intentaba encontrar la manera de ayudar al mundo a ser un poquito mejor y no veía la manera de hacerlo sin estar dentro del sistema, aunque detestara profundamente el mismo. Además, el derecho siempre le había atraído ya que era algo que perduraba, que permanecía constante a lo largo de los siglos. Pasara lo que pasara, la sociedad siempre se ha regido por normas y eso le parecía cuanto menos fascinante. Intentaba entender porque el ser humano puede ser tan racional y sistemático para algunas cosas y tan impulsivo y pasional para otras.  
Luis decidió levantarse con sigilo para no despertar a la que hasta nuevo dato llamaría “preciosa” y se encaminó a la ducha. 
Se estaba convirtiendo en rutina encontrar cada viernes a una chica distinta en su cama. Le divertía el juego de seducción, pero esa diversión, ese simple entretenimiento acababa justo, en el mejor de los casos, en el momento en el que acababa su orgasmo. Luis no creía en las relaciones y mucho menos en las relaciones de pareja. Pensaba que el ser humano, como tal, es infiel por naturaleza que es incapaz de sentir algo más que atracción sexual que dure más de una noche, quizás en el mejor de los casos dos, con la misma persona, daba igual mujer o hombre, aunque en su caso fuera lo primero. Por supuesto, había intentado mantener relaciones más o menos serias pero, al final, siempre habían acabado por incompatibilidad o por hastío. No conseguía mantener la fascinación que sentía en un principio y siempre acababa haciéndoles daño, pero al contrario de lo que pensaba la mayoría no lo hacía por maldad o puro egoísmo, simplemente ponía en práctica lo que todas las mujeres deseaban de los hombres, pero que a la vez temían, la sinceridad. Cuando les eres sincero te conviertes en lo que ellas llaman “un cabrón” y tu fama se extiende como la pólvora por los alrededores.  
Se estaba duchando y pensado en todas estas cosas cuando unos brazos lo rodearon. Él se sintió en la obligación de decir algo, odiaba tener que hacer las cosas por obligación, pero aún así lo hizo: 
  • ¿Qué, cómo has dormido, preciosa?  
  • Lo que me has dejado muy bien… 
¿Por qué las mujeres eran tan predecibles? Ya había perdido la cuenta de cuantas veces había oído esa misma respuesta y cada vez que se repetía le parecía más estúpida, porque para el esa noche había sido una noche más que olvidaría en menos de un mes. 
Puso una excusa y salió de la ducha dejándola totalmente descolocada, se vistió y se fue para la Universidad. Siempre cogía el autobús y de camino a la parada intentó recordar los acontecimientos de la noche anterior. 
Llegó a la parada del autobús y miró en los paneles, debía coger el autobús número 32. ¡MIERDA! Ponía que llevaba media hora de retraso, y justo en ese momento recordó que la noche anterior se había dedicado a pintar en los paneles de los autobuses en un triste intento de que una parte de él perdurara en el tiempo. Ni siquiera se acordaba de lo que había puesto, así que se acercó al panel y vio que alguien le había contestado: 
“la vida es aquello que inventamos para llenar el vacío que deja nuestra existencia. FD: Ella”. 
En cuanto lo leyó y lo analizó supo exactamente a lo que se refería, aquella mujer, joven o anciana, fea o guapa, alta o baja, gorda o delgada, rubia o morena tenía la misma concepción del mundo que él. Y es que todo, absolutamente todo, lo que nos rodea es un invento  de la sociedad para auto engañarnos. Lo único que en este discurrir del tiempo es seguro es que existimos y que en algún momento, tarde o temprano, de manera esperada o inesperada, dejaremos de hacerlo, dando paso a un algo o un nada desconocido. Pero que la  vida tal y como la conocemos, tal y como es concebida por la sociedad no existe, el tener una pareja, una casa, unos hijos,.. es la burda manera que tiene la gente de intentar negar el vacío que deja el saber que existimos y que en algún momento dejaremos de hacerlo y que en tan solo unos pocos años no quedará nada de nosotros aunque intentemos por todos los medios posibles dejar algún tipo de marca en este mundo y que todo aquello que llamamos vida desaparecerá con nosotros y no habrá significado nada. 
Y es que como le contestó a esta desconocida: “lo único que es real son las sensaciones, los impulsos. FD: Luis”. El ser humano es irracional por naturaleza, es imposible, aunque lo intente, que la parte racional de su mente gobierne o prevalezca sobre la irracional. Aunque se construya con esmero una vida confortable siempre llegará el momento en que un impulso, una sensación o simplemente cualquier tipo de suceso hagan que su parte irracional tome el control o el descontrol de la situación y en tan solo un segundo destruya aquella vida que con tanto esfuerzo ha construido. Es como un castillo de cartas que con tan solo un soplido se irá abajo. Era una percepción del mundo un tanto fatalista pero, en su opinión, realista. "