domingo, 13 de mayo de 2012



Hace tiempo que escribí esta historia pero no me sentía con fuerzas de publicarla... pero ahora creo que ha llegado el momento. Es un poco larga así que la iré colgando poco a poco, por favor decirme lo que pensáis de ella, es importante para mi.

(Unas partes del relato centran su atención en la protagonista femeninas y otras en el protagonista masculino.)


"ELLA" 

Ella. Sola. Triste. Alegre. Vacía. Llena. Grande. Pequeña. Útil. Inútil. Desesperada. Cansada. Desilusionada. Abandonada. Acompañada. Simple. Compleja. Amarga. Dulce. Sensible e insensible. Importante. Insignificante. Querida. Odiada. Positiva. Negativa. Insensata. Cuerda. Madura e inmadura. Era a la vez todos y ninguno de estos adjetivos. Ella era simple y meramente ella. Imposible de definir porque ni siquiera ella misma sabía quien era. Pero si que sabía quien no era. Y desde luego, no era esa persona que aparentaba ser a diario, aquella chica que se levantaba para ir a la universidad se ponía su vieja mascara de felicidad fingida y falsas esperanzas y se encaminaba a repetir la misma rutina de todos los días.  
Ella estudiaba filosofía en la Universidad de Valencia. Al cumplir los 18 había decidido dejar atrás su vida para construir una nueva desde cero, pensando que podría controlar su destino y hacer con él lo que quisiera, pero pronto se dio cuenta de que no. De que su destino estaba escrito y que jamás podría cambiarlo, que para bien o para mal la vida nos da unas cartas y debemos intentar jugar lo mejor posible con ellas y no perder en la primera mano.  
Al principio, le constó aceptar su sino pero una vez que lo hizo y se rindió ante la vida, las cosas ya no eran tan difíciles… se limitaba a sobrevivir y a fingir sentimientos y sensaciones que ya no era capaz de sentir. Para ella la vida era como un carnaval veneciano en el que llevaba la mascara más espectacular, y, era cierto, porque aunque todos llevan su mascara la única que es consciente de ella es nuestra protagonista, y quizás es ahí donde reside la tristeza de su interior, ella es como el hermano mayor que descubre que los reyes magos no existen y que aún así debe fingir lo contrario ante su hermana pequeña para no acabar con  su ilusión, aunque la suya se haya roto en trozos tan pequeños que jamás se podrá recomponer.  
Ella era consciente de que todo el mundo guarda en su interior sus propios demonios pero que la mayor parte de la gente ni siquiera lo sabe, y tenía su propia teoría a cerca de ello. Según esta, el cuerpo humano trata de auto engañarse para no sufrir y si lo dejas al final te convence de que tu mascara y tu sois la misma persona, pero cuando menos te lo esperas aparece la tristeza para clavarse en tu corazón como si de un cuchillo afilado se tratase, y atraviesa todo lo que encuentra a su paso dejándote sin ninguna mascara en la que refugiarte. Hay gente que pasa la vida intentando huir de esa tristeza, de esa soledad, rodeándose de gente (siempre con su mascara puesta) pero no se da cuenta de que la tristeza siempre corre más y que cuando menos se lo espere tocara a las puerta de su casa, llena de gente, para que se de cuenta de que esta solo en este mundo, como el resto. Y, es que, la tristeza no se puede evitar, simplemente se ha de aprender a vivir con ella. Nuestra protagonista había aprendido esto de la manera más cruel y a la vez más eficaz de aprender… con su propia experiencia. 
Aquel día de Noviembre se levantó como siempre maldiciendo el despertador y deseando con todas sus fuerzas que fuera el de cualquiera de sus compañeras menos el suyo, pero sabía de sobra que “no woman no cry” dbob marley era suyo. 
Así que subió la persiana de su pequeña habitación en el centro de Valencia para ver que tiempo hacía fuera, era un día gris con viento y frío como a ella le gustaban, porque era solo entonces cuando sentía que el mundo estaba de acuerdo con ella y ya no se sentía tan sola. Así que se arreglo, se puso su jersey de cuello vuelto preferido y salió a la calle como siempre con su música puesta. 
Su camino hacía la universidad siempre era el mismo, cogía el autobús número 81 a las 8:00 para llegar a las 8:30 a la universidad, prefería el autobús al metro. Le gustaba observar a la ciudad y a la gente, puedes descubrir muchas cosas observando a las personas cuando se creen que nadie las mira, son solo en esos momentos cuando bajan la guardia, cae la mascara que cubre sus caras, que con tanto esmero colocan cada mañana, y puedes ver como son realmente 
Ese día el autobús llevaba media hora de retraso así que se vio obligada a mirar en los paneles para ver si algún otro bus la dejaba en el centro. Estaba intentando descubrir si existía tal autobús (siempre había sido muy torpe para esas cosas) cuando un garabato en el panel le llamó la atención, al principio pensó que tan solo era una firma de alguno de los borrachos que se dedican a estropear el mobiliario público un jueves cualquiera, pero descubrió que era una pregunta: “¿qué es la vida? FD: Luis”  
Desde el momento que leyó la pregunta supo lo que debía hacer, cogió el permanente y contestó: “la vida es aquello que inventamos para llenar el espacio vacío que deja nuestra existencia. FD: Ella”  
No entendía porque lo había hecho, solo sabía que algún tipo de fuerza la había impulsado a ello.  
Tras esto llegó un autobús y desistió en su intento de intentar descifrar los  horarios y le preguntó directamente al conductor. 

ÉL. 

En una oscura habitación de un piso de estudiantes cerca de esa misma parada de autobús, dormía un joven llamado Luis. Era moreno, tez pálida, y unos ojos grandes y negros que llegaban a hipnotizar y que le hacían ser un joven muy atractivo.  
Junto a él dormía una joven pelirroja de la cual Luis había olvidado el nombre, pero ya no importaba porque pronto se convertiría en una más de su ya elevado número de conquistas. 
La vida de Luis no había sido fácil, su madre los abandonó siendo tan solo un niño y su padre tuvo que trabajar duro para que pudiera ir a la universidad y ni siquiera con eso sería suficiente si no consiguiera la beca todos los años. Luis  estudiaba derecho en la Universidad de Valencia, intentaba encontrar la manera de ayudar al mundo a ser un poquito mejor y no veía la manera de hacerlo sin estar dentro del sistema, aunque detestara profundamente el mismo. Además, el derecho siempre le había atraído ya que era algo que perduraba, que permanecía constante a lo largo de los siglos. Pasara lo que pasara, la sociedad siempre se ha regido por normas y eso le parecía cuanto menos fascinante. Intentaba entender porque el ser humano puede ser tan racional y sistemático para algunas cosas y tan impulsivo y pasional para otras.  
Luis decidió levantarse con sigilo para no despertar a la que hasta nuevo dato llamaría “preciosa” y se encaminó a la ducha. 
Se estaba convirtiendo en rutina encontrar cada viernes a una chica distinta en su cama. Le divertía el juego de seducción, pero esa diversión, ese simple entretenimiento acababa justo, en el mejor de los casos, en el momento en el que acababa su orgasmo. Luis no creía en las relaciones y mucho menos en las relaciones de pareja. Pensaba que el ser humano, como tal, es infiel por naturaleza que es incapaz de sentir algo más que atracción sexual que dure más de una noche, quizás en el mejor de los casos dos, con la misma persona, daba igual mujer o hombre, aunque en su caso fuera lo primero. Por supuesto, había intentado mantener relaciones más o menos serias pero, al final, siempre habían acabado por incompatibilidad o por hastío. No conseguía mantener la fascinación que sentía en un principio y siempre acababa haciéndoles daño, pero al contrario de lo que pensaba la mayoría no lo hacía por maldad o puro egoísmo, simplemente ponía en práctica lo que todas las mujeres deseaban de los hombres, pero que a la vez temían, la sinceridad. Cuando les eres sincero te conviertes en lo que ellas llaman “un cabrón” y tu fama se extiende como la pólvora por los alrededores.  
Se estaba duchando y pensado en todas estas cosas cuando unos brazos lo rodearon. Él se sintió en la obligación de decir algo, odiaba tener que hacer las cosas por obligación, pero aún así lo hizo: 
  • ¿Qué, cómo has dormido, preciosa?  
  • Lo que me has dejado muy bien… 
¿Por qué las mujeres eran tan predecibles? Ya había perdido la cuenta de cuantas veces había oído esa misma respuesta y cada vez que se repetía le parecía más estúpida, porque para el esa noche había sido una noche más que olvidaría en menos de un mes. 
Puso una excusa y salió de la ducha dejándola totalmente descolocada, se vistió y se fue para la Universidad. Siempre cogía el autobús y de camino a la parada intentó recordar los acontecimientos de la noche anterior. 
Llegó a la parada del autobús y miró en los paneles, debía coger el autobús número 32. ¡MIERDA! Ponía que llevaba media hora de retraso, y justo en ese momento recordó que la noche anterior se había dedicado a pintar en los paneles de los autobuses en un triste intento de que una parte de él perdurara en el tiempo. Ni siquiera se acordaba de lo que había puesto, así que se acercó al panel y vio que alguien le había contestado: 
“la vida es aquello que inventamos para llenar el vacío que deja nuestra existencia. FD: Ella”. 
En cuanto lo leyó y lo analizó supo exactamente a lo que se refería, aquella mujer, joven o anciana, fea o guapa, alta o baja, gorda o delgada, rubia o morena tenía la misma concepción del mundo que él. Y es que todo, absolutamente todo, lo que nos rodea es un invento  de la sociedad para auto engañarnos. Lo único que en este discurrir del tiempo es seguro es que existimos y que en algún momento, tarde o temprano, de manera esperada o inesperada, dejaremos de hacerlo, dando paso a un algo o un nada desconocido. Pero que la  vida tal y como la conocemos, tal y como es concebida por la sociedad no existe, el tener una pareja, una casa, unos hijos,.. es la burda manera que tiene la gente de intentar negar el vacío que deja el saber que existimos y que en algún momento dejaremos de hacerlo y que en tan solo unos pocos años no quedará nada de nosotros aunque intentemos por todos los medios posibles dejar algún tipo de marca en este mundo y que todo aquello que llamamos vida desaparecerá con nosotros y no habrá significado nada. 
Y es que como le contestó a esta desconocida: “lo único que es real son las sensaciones, los impulsos. FD: Luis”. El ser humano es irracional por naturaleza, es imposible, aunque lo intente, que la parte racional de su mente gobierne o prevalezca sobre la irracional. Aunque se construya con esmero una vida confortable siempre llegará el momento en que un impulso, una sensación o simplemente cualquier tipo de suceso hagan que su parte irracional tome el control o el descontrol de la situación y en tan solo un segundo destruya aquella vida que con tanto esfuerzo ha construido. Es como un castillo de cartas que con tan solo un soplido se irá abajo. Era una percepción del mundo un tanto fatalista pero, en su opinión, realista. "

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